sábado, 30 de enero de 2010

Un felino encandilado

Pues claro que la vida es injusta,hombre, yo siempre quise ser un gato y tener siete vidas; mas soy un humano y solo tengo una, y encima solo tengo dos pies en lugar de cuatro patas. Mis ojos son feos y no verdes como la uva italiana, y mis bigotes jamás alcanzarán la majestuosidad aquella de los felinos egipcios mucho más históricamente importantes que yo. En lo que único que quizás pueda igualarles en en que soy un poco bestia, pero aún así todavía lo dudo.

Pues claro, que nadie sabe lo que viene y lo que tiene, que la vida en realidad no es vida, y que lo vivido no se olvida. Pues claro que me faltan manos para decir todo lo que quisiera, para tratar de hacer sentir mejor a todos los que quiero, para tratar de consolar a todos los que hiero, para tratar de esperar a todos los que espero.

Solamente no me quedas claro tú, déjame decirte, hay cosas que definitivamente no entiendo y de las que no me puedo quejar, pero tú, no lo sé, creo que estoy perdido.

Es algo paradójico,ya, porque no se puede estar perdido y no estarlo a la vez. Pero contigo nunca se sabe, y conmigo tampoco. En conclusión, no sabemos nada, y eso es lo más lindo, desconocernos totalmente para apreciarnos solo por lo que intuimos y creemos, las ilusiones siempre serán mas fuertes, y eso sí lo sabes.

Pues claro que la vida es absurda,hombre, nos pasamos la vida tratando de juntar cosas materiales cuando en el fondo sabemos que lo que en realidad enriquece es el amor puro y malévolamente apasionado. Algo así como tú al otro lado del mundo y yo escapándome a media noche para tan solo verte media horita y decirte: Hola.

Pues claro que la vida es bella, hombre, no seré gato pero almenos ella y yo somos de la misma especie, digo yo, nos reconocemos de la misma raza humana, aunque yo todavía tenga algunos rasgos cavernícolas y ella sea una princesa acosada por un feo sapo que curiosamente lleva mi nombre.

Pues claro que la vida es incomprensible, no voy a prometer nada pero al final terminaré cumpliendo todo, y eso es cierto, me dejarás al margen de caer en la tormenta de amor más exagerada que podría haber azotado alguna vez a mi existencia. Pero resistiré, y estaré de pie para que sepas que te puedo esperar como un condenado el tiempo que sea necesario y que puedo ser menos aburrido de lo que seguro piensas.

Por eso hoy te espero aquí, leyendo a Saramago, porque la Literatura y tú son dos cosas que jamás voy a poder entender completamente, y eso es bonito, ustedes dos probablemente se llevarán lo poco que me queda de vida y estoy seguro de que no me arrepentiré.

Tan solo no te demores, mira que el tiempo vuela y yo no tengo alas para alcanzarlo.

Y si acaso te demoras, avisame antes para hacer reservaciones.

¿Acaso moriré, antes que llegues tú? Ayer fuimos inmortales, hoy podemos volver a serlo.






A.........Z

lunes, 11 de enero de 2010

Que el tiempo nos indulge


Bueno, está de más decirte que lo que pasó fue tremendamente inexplicable y casual; y a la vez mágico e inolvidable. Solo sé que no sé si la coincidencia nos volverá a juntar así, que no sé si los brazos del destino nos vuelvan a abrazar y poner cara a cara, porque verte ahí y conocerte de esa manera de seguro que fue un golpe de suerte para mí. Estoy seguro que no ganaré la Tinka jamás en la vida porque mi suerte al conocerte de seguro se habrá agotado. Pero no me molesta tanto eso, no necesito la Tinka para ser felíz, te necesito a ti.

Ya mira, sé que te has percatado que soy un mal bailarín y todo eso, no me lo saques mucho en cara porque yo aprendí solito, sisisi así como los bebitos que aprenden a caminar por su cuenta y se tropiezan con sus propios pies. Soy malo bailando y todavía tuve el descaro de preguntarte: ¿Bailas conmigo?. Y no me podías decir que NO porque mi cara de idiota no varía mucho al momento de hacer preguntas, además, tuve la intuición de que mi rostro poco agraciado te provocó cierto humor el que, mezclado con mi idiotez, te hizo decir sí tal vez sin querer.

Pero sigamos, no soy nadie para juzgar tu decisión, bien podrías haberme tirado una cachetada por la insolencia de haberme fijado en ti y posar mis ojos sobre tu ajena belleza, que no es digna de mi mirada plebeya, pero en fin. Bailábamos, callados, nadie dice nada, yo no la quiero fregar, espero que me preguntes algo, aunque sea que me preguntes: ¿Por qué no te das cuenta que acepté bailar contigo tan solo porque me das risa?. Pero nada, entonces yo pregunto tu nombre y tú me lo dices, algo displicente quizás, y yo espero que sea tu nombre real y no un nombre que hayas visto en alguna telenovela mejicana.

Aguardo a que me preguntes el mío, aunque sea por cortesía, no lo haces, nunca lo harás porsupuesto, yo te lo tendré que decir, pero eso es más adelante todavía. Todavía no termina la canción y ya te aburriste, me dices: Ya no más, gracias. Y yo: Está bien, gracias a ti. Y te vas a buscar a tu amiga y desapareces por buen rato. Yo me quedo sentado en las escaleras preguntándome qué es lo que exactamente pasó. Luego encuentro justificado el que te hayas aburrido ya que soy un mal danzante y carezco inevitablemente de ese derroche de sensualidad varonil que muchos tienen, y entonces me arrepiento de no haber aprendido a bailar marinera cuando era pequeño.

Sé que no vas a volver a ese mismo sitio porque te sientes aburrida, en realidad no vas a volver a ese mismo sitio porque sigo sentado en aquella escalera esperando por tu retorno. Entonces te desvías, aparentemente yo no te he visto y bueno me amagas magistralmente y te sientes tranquila. Take it easy, ya entendí el mensaje, mejor me alejo.

Me voy a un costado, converso con mis amigos, que sí que que buena salsa, mi sueño siempre ha sido tener una orquestita de salsa y intentar cantar como Lavoe, carijo, pero que imposible que es, ese hombre tenía una voz increíble.

Pasan unos minutos, yo regreso, creo que olvidé algo en aquellas escaleras, mi voluntad. Voy a recogerla, a llevarla de la manito para que no se pierda, y enseñarle a un par de modales para que comprenda mejor las hostilidades de este mundo gris. Pero, ¡Oh milagro! Vuestra presencia está en el mismo lugar donde la divisé por primera vez, y yo no dudo en acercarme y mandar la voluntad y todo lo que se interponga en mi camino al abismo de los frenos de mi vida.

Entonces, como soy más terco que una mula (aunque más mula que terco), me voy acercando hacia ti, y tú no me miras porque de hecho que no soy la atracción del lugar y hay cosas mucho más bonitas para ver. Me abro paso y me paro a tu costado como un árbol, esperando poder decirte algo. Pasa una canción completa, no puedo. Corre el tiempo, se hace tarde, no puedo dejarte escapar así. Te saludo por tu nombre y te pregunto de nuevo: ¿Deseas bailar?. Y tú me miras con una cara de fastidio tremendo y me dices que no. Yo comprendo, me siento un poco golpeado por tu respuesta, pero soy jodido y te pregunto: ¿Te puedo acompañar, entonces?. Y tú dices: Bueno ya que insistes.

Te digo mi nombre y así comenzó todo el drama, me contaste tu historia, ella no era tu amiga, era tu hermana, y aquel que estaba ahí no era un chico cualquiera, había sido tu enamorado. ¿Qué hacían entonces tu hermana y él abrazados por allá medio escondidos? No te lo explicabas, yo tampoco.

Me pides que te abraze, yo lo hago sin dudar, estás triste porque no encuentras explicación a nada, yo estoy triste porque nada tiene explicación, es casi similar así que me siento con el deber de tratar de tranquilizarte pues no tenemos la culpa de estas cavilaciones inesperadas.

Nos hacemos amigos rápido, pasan muchas cosas que solo tú sabes que pasaron, me cuentas muchas cosas que solo nosotros sabemos que han pasado. Forjamos nuestra propia defensa a todo aquello que amenaza con aniquilar la tranquilidad del momento que estamos pasando. Creo en ti como nunca y te digo que nunca te pierdas, porque tendría que encontrarte denuevo.

Abrázame fuerte si deseas, porque tal vez sea la única y última vez, eso lo sabes, así que no pierdas el tiempo. Vamos, escapemos por aquí que todavía nos queda un poco. Corramos como Indiana Jones, volemos como el Aladino, lloremos como el Rey León, rujamos como Tarzán.

Este es el momento de todo, hagamos que nos alcanze.

Hagamos que nos alcanze...




NM-