lunes, 26 de octubre de 2009

Bajo la lupa y tu a mí




¿Sabes? hay muchas cosas que te hacen poderosa. No, no lo digo porque seas dueña del universo (nadie sabe), si no porque me late que me podrías comprender y eso es peligroso (o especial).


Yo creo que es alguna virtud o inexplicable habilidad eso que tienes tú; él no aburrirte cuando hablamos, el decirme que no estoy en lo correcto, el confiarme lo que nos confiamos y todo lo demás. ¿Lograré algún día agradecerte todo esto? ¿Alcanzaré algún día a tocar tu mano para tomarla y decirte "Gracias"? Ojalá pueda, que me alcanze la vida para decirte gracias porque, lo diré mucho, pero a veces ni sé porque lo hago.


Tal vez tú tengas las explicaciones que tanto busco, explícame entonces, yo sé que tú podrás, por qué apareces tan tarde y derrepente en mi vida. Quiero sentarme a escucharte y darme cuenta de que tienes razón, de que el poder que tienes sobre mí no es algo que me he inventado y que en realidad sí existe, porque tú existes y eso explica mucho, pero quiero escucharlo de tu dulce voz, sería mejor.


Entonces vamos por ahí, empezemos poco a poco, háblame con el silencio de tu sinceridad viciosa, para quedarme embobado mientras me golpeas con tus palabras salvajes y voladoras. Toda palabra tuya anhela, te prometo no esquivarlas, solo no me digas que no me conoces, no me averguenzes más conmigo mismo...


Y si lo haces qué haría yo... me atrevería a dejarme...


Sería mejor que deje muchas cosas también, dejar todo para irme, porque solo si me voy podré volver, y solo si vuelvo podré saber quién soy. Pero si me fuera podría descubrir cosas que tal vez no debería, cosas que no me toca saber, que me podrían herir. Como saber, por ejemplo, que no me extrañarías ni un poquito cuando mi ausencia te responda, saber que mientras yo piense en ti y maldiga haberme escapado de la realidad, tú andes pensando en que la vida es más fácil si yo no estoy, porque no soy ese chicle molestoso que no te deja dormir en paz y te anda diciendo que te quiere apenas puede, como un endemoniado.


Te juro que esas noches no puedo dormir y pienso que somos incurables.


Sherlock Holmes nunca debió encontrar nuestras pistas, perdió el caso.





A1,B2,C3,D4,...................Z26.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Anochece mañana

Porque todo tiene que salir mal, sino algo no está bien. Lo comprendo de vez en cuando y ya osé resignarme a ello, me siento y pienso: ¿Qué será de mi? , y sé que nada, seguiré siempre en lo mismo, impertenecible a un mundo ajeno a mí, ¡vaya novedad!, otra vez no entiendo a nadie, otra vez ya no sé para qué y otra vez doy volantines hacia atrás, insinuando que sé hacerlo.

Quisiera poder comprender un par de cosas, de esas de las que me suceden, pero es imposible. Es imposible poder comprender lo incomprensible, lo que no es propio, lo que no te pertenece. Quiero entender por qué no entiendo nada si es que antes yo creía entederlo perfectamente. Nada es perfecto, ahora lo sé, me lo tengo que aprender de memoria para no volverlo a olvidar.

No pretendo olvidar (en realidad sí) ,pretendo entender, es lo único que pido(en realidad no). ¿Será que de nuevo es mi culpa por pensarlo todo mal? Seguro que sí, 17 años y aún no aprendo a tener la sangre fría necesaria para sobrevivir, es por eso que muero de a poquitos a diario y ando amargadísimo sin saber qué hacer conmigo, porque conmigo ya no se puede hacer nada.

Hoy pienso en ayeres, en tiempos pasados y en viejas heridas, en papeles arrugados que quisiera olvidar en el basurero de mi escritorio. Sé que será difícil, no soy de los que olvidan fácilmente, nadie me ha enseñado a hacerlo, tendré que aprenderlo por mi cuenta, como muchas cosas más en la vida.

Si llueve hoy y anochece mañana, ¿Cuándo habrá sol?, ¿Tendré que esperar hasta que salga? ¿Y si voy hacia él? Si voy hacia él podría quemarme, eso esta claro, o quedarme ciego (que sería mejor). La solución sería esperar, pero la paciencia no es una de mis mayores virtudes, entonces acercarme con guantes y lentes oscuros, como si se tratase de un elemento radioactivo, tal vez sería mi mejor opción.

Para allá voy, intenta sostenerme si es que aún te queda algo de decoro por esta alma rota y marchita, si es que la dignidad de recoger al caído todavía no se ha extinguido en este mundo, si es que la piedad de consolar al desolado merece ser alabada en estos tiempos de ruido y miseria. Porque si tú me sostienes me caeré contigo y no solo, porque si caemos juntos podremos conversar mientras lo hacemos, y podré caer primero, perder la conciencia y perderte para siempre mientras el sonido sonoro de la desdicha me conmina a olvidarte, no porque quiera, sino porque no existo.

Entonces lo que imaginé salvación acabará por corroerme de a pocos, hasta eliminarme por completo, y así insinuaré que nada pasó, pasaré de pasar las cosas y los pasos a pisar las casas y los pisos, sin darme cuenta todo volverá a ser anormal e iré en picada hacia la destrucción mortal de haber pensado alguna vez que esto fue real.


Perdón, denuevo, corazón.



a,b,c,d,e,f,...1,2,3,4,5...

sábado, 3 de octubre de 2009

Te confio mi confianza


Los días suelen enfermarme y no hay antibióticos para eso, y así los hubiera no los tomaría, por el simple hecho de que no me gustan las pastillas. Prefiero lo natural, pues, buscaré en el Edén algo que me cure esta maldita gripe que no sé si es porcina ("...Y si por mi fuera, moriría por ti, porcina...") o es la bendita costumbre de sobrellevar así mis días. Creo que los dos tipos son muy adorables, aunque una menos que otra, claro está (siempre con las preferencias, porcina).

No sé pues, suele suceder que un día decido que estoy tan cansado de estar cansado que me canso de cansarme cansándome por cansancios ajenos, y de pronto soy yo de nuevo, dando vueltas por aquí, saludando a la gente con una gran sonrisa y mi mano al aire. Me paro y me pregunto: ¿Qué es lo que he hecho todo este tiempo con mi vida? y el viento no responde, se pone recontra mudo, ni siquiera me silva, y yo comprendo que soy demasiado espeso como para que él me digiera. Entonces me rio, me rio como un loco, porque esta sonrisa no tendrá mi nombre pero al menos tiene mis dientes.

De echo, es un día anormal (más anormal que los de siempre y hasta más anormal que yo), en el que tengo la cabeza en ningún lugar y en ningún lugar encuentro mi cabeza, me desespero un poco pero es indescriptiblemente noble y bello observar cómo las cosas se van concatenando, casi como por arte de magia, como en un sueño.

Recuerdo que a mi la magia me daba miedo de chiquito, los payasos también. Sabía que el mago traidor me estaba ocultando alguna triquiñuela vacía tras su manga y yo tenía miedo de que pueda adivinarla antes de que la revelara y sentirme yo como el burdo mago engañador. De igual manera los payasos me causaban pavor, y era porque sabía que tras esa gran sonrisa falsa difícilmente había un hombre feliz. Mis fiestas infantiles debieron ser una decepción constante.

Pero dejo aquellos recuerdos de lado, solo rescato la magia, porque la magia si existe, hoy lo pude comprobar. Deben haber diferentes tipos de magias en el mundo, tanto como hay diferentes tipos de idiotas, de payasos, de aburridos (como yo) o de tantas otras clasificaciones que luego publicaré en algún lado, cuando me de tiempo. No obstante el tiempo nunca da, asi que lo veo imposible, de todas formas solo pienso hablar de aquella magia rescatista, que te recoge del suelo y te aprieta contra el aire, te hace un peinado cachetada y te dice: Camina, hijo, que el camino es largo. Y yo le hago caso, porque antes nunca me había hecho un peinado y de vez en cuando me gustaría intentar cosas nuevas.

¿Cómo llega esa magia? No lo sé. ¿Cómo se va? Tal vez lo sepa. Lo real es que hoy la sentí y espero no volverla a perder, sería demasiado tonto (hasta para mí). De pronto me sentí tan importante como El Rey de Gamarra, cuando me dijiste que te daba risa que yo viera TV Perú. Fue tan sutil y memorable aquella conversación, tan vivaz, llena de sentimientos y necesaria que, aunque no nos alcanzó el tiempo, estoy seguro que lo entendimos todo.
Nunca supe confesar tantas cosas mías, nunca supe escuchar tan atentamente a alguien, nunca un perro me había lamido la mano tan exageradamente, nunca me habían regalado un libro con una dedicación tan conmovedora, nunca había tenido que guardar silencio luego de un valsesito criollo, nunca había pensado que era tan flaco, nunca me habían dicho tantas cosas ciertas con tanta naturalidad, nunca había conocido una persona tan directa e incorregiblemente sincera, nunca una cuadra me había parecido tan interminable, nunca la despedida había sido tan larga, nunca había escrito tantas veces nunca, nunca alguien me había dicho que lo que escribía le parecía cojonudamente hilarante y bueno, nunca había escuchado un timbre de celular tan extraño, nunca había pensado que eras gorda (no lo eres), nunca me había sentado en un sillón tan confortable, nunca me había sentido tan cómodo y encajado en una conversación, y sobre todo, nunca alguien había confiado tanto en mí como tú lo haces. Yo sí creo que eres especial (y no es mentira).

Por eso gracias por confiar en mí e inspirarme tanta confianza a la vez, gracias por encargarme la corrección de tu libro que no merecía la sucia intervención de mis malas dotes literarias, gracias porque sé que hoy antes de dormir pensaré que hoy fue un día muy extraño y memorable para mí, gracias porque crees en mí y en todo lo poco que hago, gracias por convertirte en mi amiga.

Tu libro está condenadamente bueno y me ha enseñado mucho, creo que causará alguna revolución y tu serás la culpable indirecta, y me sentiré completamente orgulloso de eso, y mucho más, si me dejas prometerte que no te fallaré y que evitaré que mi cabello esté tan reseco todo el tiempo.

Te auguro un buen futuro aunque yo siempre haya tenido mala suerte (y un mal peinado), te confio mi confianza desde ahora, no me dejes fallarte.

GN.