martes, 25 de octubre de 2011

La pierdiz




Yo nací un día de Abril, en una tarde muy fría, gracias a una cesárea tortuosa.

Yo nací horas después, mi padre llegó de ese viaje a recibirme al hospital, cuando debió haber sido al revés. Yo te recibiré desde arriba primero y te devolveré el favor, papá.

Yo nací así y creo que te vi en el cielo, antes de llegar acá a sufrir la vida, antes de formar parte de la mercancía humana. Eras un ángel, pero con alas.

Yo nací en un tiempo lejano, la vida era bella y el fin del mundo estaba lejos, al igual que tú de mí, ahora.

Yo nací después de nueve largos meses, mi mamá estuvo muy feliz, yo no sabía cómo estarlo, en realidad no sabía cómo sentir.

Yo nací diez días después del coche bomba en aquel banco, mamá nunca cobró ese cheque por mi nacimiento y no sé si sentirme culpable por eso. Es que ahora el dinero significa tanto...

Yo nací alguna vez pero jamás gatié, me contaron que dormía mucho, era todo un soñador más que nada.

Yo nací hace algunos años, lo primero que aprendí fue a suicidarme de los brazos de quien me cargara, me gustaba caer (ahora no tanto caer bien).

Yo nací hace un tiempo, solitario. Comía solo, lloraba solo, soñaba solo, y aún todo esto lo sigo haciendo solo. Estoy solo, creo.

Yo nací entre esos meses, comía maní confitado y veía VHS viejos, lloraba mucho siempre. Hay algunas cosas que nunca cambian.

Yo nací un año y me vistieron de capitán de navío, quizás el sueño de mis padres; mas me dediqué a las letras y los decepcioné doblemente: Nunca seré capitán, y mucho menos seré tan bueno como ellos.

Yo nací muchos años luego de la Independencia, fui libre mientras pude, pero ahora que te recuerdo no hago más que vivir preso de ello.

Yo nací, ahora que Trujillo ya produce buen licor de caña, y yo siempre bebo en su nombre por que lo extraño y te extraño, y siempre fui un extraño a final de cuentas.

Yo nací años antes, después vinimos a Lima y se jodió el Perú, nos jodimos todos. Ahí me convertí en un jodido, les apuesto.

Yo nací en esos lustros, agarré ese libro y no pude dormir. Me prometí algún día escribir algo bonito, es la única promesa que creo que no podré cumplir. Perdónenme.

Yo nací en los años aquellos, temí a la muerte entre los brazos de mi madre, ahora temo perderlos pero no perderme.

Yo me perdí cuando te perdí, y ahora pierdo la vida mas no muero. Soy una pierdiz.

Yo nací una década casi, conocí el amor de la mano de mis abuelos, mas cuando se fueron siendo santos, el amor de este mundo se llevaron. Este mundo era más amable con ellos conmigo.

Yo nací dos décadas más o menos, malo para todo, bueno para nada. Digo que nací un día pero dudo de ello, acaso alguien sabe.

Yo nací años posteriores, el estudio, el orden ,el amor; nada de eso va conmigo. Yo no nací para eso, soy universalmente incompatible, discúlpame.

Yo nací ya mucho, al morir quiero que ustedes carguen mi cajón, hermanos, los quiero mucho; y después crémenme, por si se me antoja levantarme a abrazarlos por última vez y no pueda moverme siquiera.

Yo nací un día y tú no estabas a mi lado, y por eso puedo decir que nací incompleto. No soy perfecto, ya ves.

Yo nací un día pero jamás para tus ojos, yo nací tarde y por eso hoy he sabido que nunca te alcanzaré.


La vida es injusta para los que nacen.




Yo nací un día en que Dios estuvo enfermo - César Vallejo

miércoles, 12 de octubre de 2011

Un pingüino con frío





Hoy quedará escrito y registrado que por más que intento ser una buena persona jamás me sale. Han sido largos años para mí, en un insistente e incansable proceso de corrección constante para un día levantarme por la mañana y exclamar: "Ah carajo, ni cuenta que me convertí en un jodido buen hombre"
Un día de esos, entonces, me felicitaría a mi mismo por la hazaña, me abrazaría solo y como un gesto de modestia escribiría un pequeño discurso de agradecimiento para bah!, los tantos libros que acompañan en mi cuarto y maceran esta soledad madura.

Sin embargo, hoy estoy rindiéndome por enésima vez. Y ahora estoy de rodillas ante los poemas de Vallejo, pidiéndoles que dejen de acertar con mi vida, y descalabren mi tan cantado destino de tragedia y heraldo negro.

Resulta que en este invierno he querido ser tu más sincero amigo, y buscarte trás la niebla de esta mierdosa Lima. Acercarme hacia ti fue muy difícil. Me sentía como una hormiga trotando en el Sahara, pero cuando lo logré sentí que mi vida se iba componiendo con aquellas piezitas de rompecabeza que siempre me faltaron, tan imposibles de encontrar acaso. Tu presencia fue la pala que desenterró mi corazón perdido entre la triste nieve. Una amistad milagrosa.

Los días que pasaron fueron injustos y volaron rápidamente como las aves de la desgracia. Me has pedido no vernos nunca más, me has hablado con palabras duras porque has perdido al amor de tu vida por mi culpa, e insistes en que me haces daño, sabes bien que no es así. Sabes bien que fui yo quien vino a interrumpir tu vida cuando más feliz estabas, y fui yo quien la llenó de confusión y malas noticias. No te eches la culpa cuando yo sé que es la mía. No me arrebates este dolor que yo sé muy bien que, aunque no quiera aceptarlo, tu peor error quizás fue haberme conocido.

Ahora estoy sentado en esta incómoda carpeta, tan solo que ni ganas de nada. Estoy al fondo del salón, como siempre dando pena, y te voy guardando sitio por si en algún momento llegaras. Mas parece que eso no sucederá, parece que no.
Esta clase me duele en el alma, y es tan poco llevadera sin ti que pega tu ausencia a mi cerebro y mi corazón. Es más, en el colmo del cliché el maestro está conjugando el verbo AMAR en tiempo pasado, como enviándome un cachoso mensaje subliminal.
Estoy mirando aquella puerta cada dos minutos, por si apareces con esos ojitos redonditos a joder alegremente mi condenada existencia, pero no vas a llegar. Ni hoy ni mañana. Es el fin. Vuelvo a abrir la puerta y dejarla entreabierta para que te levantes a cerrarla temblando del frío, y resaltes mi estupidez por no darme cuenta, pero eso no sucederá. No vas a llegar y estoy llorando la desgracia de ser yo otra vez. Soy un llanero solitario y perdedor.

Solo quiero decirte que lamento haber arruinado tu felicidad, solamente intentaba ser tu amigo y llorar en tu hombro cada vez que esté triste, diariamente. Eres la amiga que nunca tuve y hoy te perdí sin querer, pero queriéndote como a nadie en tan poco tiempo.
No quise que perdieras al amor de tu vida, créeme, solo pretendía revelarte mis más tontos secretos para que me comprendas más y así conozca por fin el verdadero sentido de una amistad. Estoy loco desde ayer. Estoy loco por descubrir muchas cosas desde siempre, como las cosas felices que se alejan cada vez más de mi vida, como tú en este momento. Te perdí totalmente.
Ocasioné una pérdida en ti y es justo que te pierda. Esa es la verdad, pero no quiero aceptarla. Ahora cada uno seguirá su rumbo, como dos gotas de lluvia en el frío viento.

Prometo no olvidar nada, y acordarme de ti cada noche que esté llorando. Aunque no lo creas siempre habrá una lágrima guardada dentro de mi corazón, para derramarla por ti. Así como ahora se me van nublando los parabrisas, de la misma manera te voy despidiendo en esta noche.

Hasta siempre, amici.




Este curso del amor y la amistad lo jalé hace mucho tiempo, te pido por favor no te preocupes por mí...