viernes, 5 de noviembre de 2010

Se me chispoteó


Yo lo recuerdo todo. Tranquilito y pensando que esta vez las cosas sí saldrían bien. No podían salir mal, sería demasiada saladera. No puedo cometer siempre los mismos errores, contar los mismos chistes estúpidos, la misma triste historia de nunca acabar y preservar intacta la misma antipatía hacia al mundo que me hace renegar constantemente. No más. Recuerdo que dije aquí me planto y voy a comenzar una vida seria, ahora sí me voy a tomar la vida en serio. Luego de pensarlo bien, me cagué de risa, no podía creer que yo me estaba prometiendo esas cosas de tío cincuentón desesperado.

Pero así fue. Esa tarde me bañé tres veces porsiacaso para sacarme la mala suerte. De pronto quería hacer todas las cosas bien. Me puse mi camisa menos fea, los zapatos menos sucios, el pantalón menos gastado. Quería estar lo más presentable posible y, por qué no, un poquito guapo si eso era, acaso, algo posible. Creo que no quedé tan mal después de todo. Me despedí de mi madre con un besito y me dijo, por primera vez en mi vida, que me veía muy distinto, más maduro: Estás creciendo hijito, y recien me estoy dando cuenta. Tal vez era verdad. No supe responderle nada acertado. Salí de mi casa apurado como siempre, pero sonriente, como nunca.

Tomé un "Chino". Mientras me pisaban mis zapatos en el bus, pensaba que el dolor quizás no existía, que eso era una pobre imaginación de nuestras mentes para excusar la tristeza y los malos momentos. Eso suele pasar cuando uno está medio idiotizado. Uno cree que tiene la fórmula para todo y que la resolución definitiva se dará con la presencia de esa persona que, de entrar a tu vida, será como una llave que abrirá todas las puertas, incluida la del corazón. Es obvio que estaba equivocado, bueno un poquito no joroben.

No sabía en que paradero debía aterrizar. Aterrizar porque esos buses sí que vuelan. Caí por un paradero - puente repleto de gente que podría muy bien haber sido una fiel representación de todos los estratos de la interesante sociedad peruana. En esa tarde oscura y fea (bien fea), las cosas tenían que salir bien así que, medio perdido, le pregunté a un marcador con pinta de causa sí el Jockey plaza no estaba muy lejos y si sabía cuánto iba ganando la "U". 2 a 0 me dice, dos golazos de Alva, y el Jockey ta al frente, cruza nomá pe sobrino no seas flojo. Chevere causa voy a cruzar este puente tan gigante que me hace acordar a una nave de las guerras de las galaxias, gracias por el consejo de pata, hermano. Este puente es condenado, tiene una subida criminal que va incrementando su inclinación cada vez más y parece terminar verticalmente, exigiendo una escalada a lo Indiana Jones. Yo sufro subiendo, pero por amor uno hace tantas cojudeces. No tengo físico y me planto a mitad de camino, pienso que debía haber traído mi ropita de deporte y fácil la hacía. Estoy recuperando el aire (contaminado por supuesto) y observo a la gente, mi causa el marcador corretea a un carro para recoger una china, y más allácita una señora de aproximadamente unos 40 años sufre cruelmente subiendo su carrito ambulante por este puente del carajo. Se me ablanda el corazón, estoy con la chispa de que creo en el amor y que todo debería ser felicidad para la humanidad (Sí, huevón). Bajo rápidamente y con cara de boy-scout le digo: Seño, déjeme darle una manito. Y la señora asiente y sonríe por primera vez en el día probablemente. Cada uno agarramos una manija y empezamos a correr empujando ese carrito cuesta arriba en aquel puente montañoso. La maratón es todo un éxito y casi sin darnos cuenta ya estamos del otro lado. Gracias, me dice la señora, ojalá que no te roben hoy. Y yo le digo: Muchas gracias por sus buenos deseos madre.

Debo admitir que nunca me han gustado los grandes centros comerciales, para mí son grandes antros del consumismo y de la perdición material, sin embargo, este iba a ser el punto de reunión con ella, quién indiferentemente de mi postura política y tanta huachafería criticona, me arrastraba contentito a estos oscuros laberintos donde me sentía como un Fauno perdido y gracioso.

Tosco como nunca, caminaba por las afueras y veía a una pareja pelear, una chica bonita (muy bonita, demasiado bonita, extremadamente bonita, bien bonita, bueno, bastante bonita) le tiraba monedas en la cara a su enamorado reclamándole alguna infidelidad, el susodicho, ante tal amorosa amenaza, emprendió carrera en apurado escape agudizando el escándalo, pues las monedas llovían y la gente se tiraba al suelo para recogerlas como locos y hasta conseguí para mi pasaje de regreso, no lo voy a negar, que tuve un poco de suerte porque ese día todo saldría bien.
Entré al Jockey e inmediatamente me declararon una guerra hostil aquellas tiendas monstruosas, mi media con hueco no competía con tanto lujo y vanidad, pero no era eso para lo que había venido aquí, debía encontrarla en el cine, en la puerta, claro está que haría la finta de que yo la invitaría a ver una película y ella, respetuosamente, debía negarse porque ya era muy tarde y las chicas buenas no van al cine en la noche no no no, sobre todo con los monstruos que protagonizan tanto horror suelto en las espectaculares carteleras de medianoche.

Se demoró una hora. Se disculpó y la verdad que no le creí nada,pero ya había pasado el mal momento así que nos disculpamos ambos mutuamente: Ella por su tardanza y yo por mi cara tan malcriada que, como me viste esa vez de noche, seguro no te diste cuenta, perdoname pero nunca estuve con máscara.

Vagamos por ahí, nos perdimos por los restaurantes, conversamos de todo un poco, de Literatura, de cine (¡que pena que se hizo tarde!), de la familia, de tú mamá, la mía ni la toques, jaja, sí que tu hermana también parecía buena gente, que si conocieras a mi familia no te sorprenderías mucho porque te gustan los zoológicos,claro que estudio y mucho, mucho tiempo pierdo tratando de creer que escribo cosas que valen la pena, que escribo sí, porque me pica la mano pero igual me la rasco, y que tú solo ves tele todo el día y qué bacán pues que Magaly haya regresado y que nos ilumine todas las noches como el dulce ángel del apocalipsis que es para Chollywood, yo también creo en la suerte ¿tú no?.

Entramos a una cafetería y me atreví a comprarle una cursilería llamada "Frapuccino" o algo así y le gustó mucho, para qué. Después me preguntó por qué no me compré uno para mí y yo que no, que no me gusta mucho, que solo quería contemplarla tomando eso y sonriendo y que la verdad que soy misio pero no te lo voy a decir porque me acabas de dejar sin mi cena para hoy y tal vez te suene gracioso pero para mí no lo es tanto porque con ese dinero me hubiese comprado 5 hamburguesas en mi barrio y con su yapa encima pero bueno. Todo esto lo pienso por supuesto. Si supieras el mal partido que tienes al frente seguro que ya hubieses marchado hace buen rato, pero las cosas tenían que salir bien, tenían que.

Luego hablamos de la vida, de cómo nos ha tratado (en mi caso, maltratado), y a tí que te va muy bien, que me alegra mucho que te hayas mudado para La Molina y que ahora tengas una casona como esas de la avenida Arequipa, que te van a comprar un carro si entras a la universidad pero nunca fuiste buena para los estudios así que mejor te dedicabas a cocinar y eso, que tu ídolo era el gordito de Gastón, que tiene cara de papa rellena jaja bueno mejor no seguimos hablando de comida porque se te va a antojar comer algo y ahí no sé que me invento porque estoy ajustando con mi pasaje y es un hecho que me voy a pelear con el cobrador porque lo voy a tener que atolondrar para que me cobre preciso. Esto tampoco lo digo.

Al final, como caballero que soy (o quisiera ser), la acompaño a su paradero para que tome alguna combi que tenga como destino la muerte o un taxi que, con suerte, solo le robe con un desarmador y nada más. Mira que la calle está peligrosa y para eso necesitas compañia. Ajá, claro que sí, un hombre fuerte que, sin lugar a dudas, no soy yo. Lo sabes perfectamente, te has dado cuenta, que no soy la persona que creías, que no tengo billete, que no soy pintón, que mi carrera univesitaria no tiene futuro alguno, que mi vida es un completo desorden infeliz. Pero no me lo dices, sabes que esas cosas hieren, que no se dicen, pero que la hemos pasado bien bonito, diciendo mentiras elegantes, engañando al amor, hemos teatralizado la pareja inexperta del momento en un domingo de Febrero.

¿Yo que tengo para darte? Preguntarás en tu mente mientras te despides. Pues mi media rota, mi sencillo del bolsillo, mis ganas de empujar el mundo, la locura de creer en el amor, las veces de silencio mientras tomas algo que no es tuyo, el deseo de ser alguien normal para tus ojos, la sinceridad animal que me caracteriza. Nada que te importe realmente, nada que se pueda comprar así no más ni que vendan en el Jockey, para todo lo demás hay VISA, niña, pero todo esto no se consigue así no más, fueron años enteros amargándome la vida para conseguir jodérmela, y valieron la pena porque, apenas puedo reconocer las cosas por su fidelidad, me siento feliz.

Al final todo salió bien. Cada uno a su casa, el 'nos vemos pronto' para cumplir y 'el no te pierdas eh' como ritual que nunca termina. Todo salió bien. Te fugaste de la faz de la tierra por efecto de magia o yo ya estaba afuera de ella cuando llegaste, no lo sé. Jamás me la creí, además. Todo salió bien porque, a pesar de tanta mala circunstancia, me di cuenta que no podía dejar de ser yo mismo tan solo para complacer a los demás, y por amor menos, sería tan solo una mentira solapada para mi colección.

Ya no estoy seguro de que pueda conquistar nada.

Esa noche las lágrimas jugaban guerrita con mis almohadas y yo las dejé morir.




La vida se me chispoteó desde el comienzo....