viernes, 9 de abril de 2010

Hasta los 18



El amor no tiene edad ¿No es así? No me lo va a negar si lo aprendí de usted, ¿Acaso usted tiene edad?, ¿Cree tal vez que yo tenga edad? Yo no tengo edad, tengo necedad.

Tengo necedad porque insisto en que voy a llegar hasta los 18. Sin embargo, usted me ha dicho: No vas a llegar hasta los 18. Pero las demás personas creen que también así será. ¿Debemos darles, entonces, la contraria? Yo ya sé la respuesta automática que me dará y me la reservo pero, sé que me permitirá comportarme como un gran renegón y dar la contraria al mundo. Entonces pienso en que SÍ voy a llegar hasta los 18.

Si empezamos por lo que conversamos la vez pasada de seguro le será más evidente que sí. Me decía que ando tan menudito así, que el viento pareciera que me quiere llevar, y no le niego que yo aveces me dejo, porque ando tan cansado de vivir que suele darme lo mismo. Y vuestra explicación científica para todo este fenómeno es que mi metabolismo me quiere hacer desaparecer del mapa porque no hay sino otra forma de que me interese en algo, ni siquiera en mí mismo. Así que debo retomar cierta fortaleza y optimismo porque sino es muy probable que desaparezca, esa es vuestra teoría.

Yo tengo otra teoría. Pienso que ya estoy algo extinto pero que todavía estoy aquí. Y que si lo sigo estando es porque debo pedirle aún perdón por muchas cosas antes de llegar hasta los 18. Perdón por fijarme vanidosamente en usted y siempre bajar la cabeza cuando me mira, perdón por sentir esos celos imaginarios cuando habla con sus amigos y me hace delirar, perdón por ese silencio que aveces me gobierna cuando no hay más que el viento entre los dos, perdón por ser tan poco agradable a esta vista pública que usted adorna sin esforzarse siquiera, perdón por ser tan sinvergüenza para todo menos para usted, perdón por seguir siendo un niño inmaduro con mi tonto comportamiento, perdón por todos los gustos y pasatiempos extraños que me desacreditan ante sus ojos, perdón por mis malos chistes y todavía no haberle hecho sonreír, perdón por esta timidez constante que no me deja contemplarle por más de 3 segundos, perdón, perdón...

Luego decirte que eres una de las pocas personas que hace surgir un sentimiento de acaramelamiento en mí, que sin hablar me destapa una sonrisa cuando ando todo zombie y ojeroso por la universidad, chocando con toda gente, ardilla y venado que se me cruce.

¿Sabe? Si le trato de usted es porque en mi mente se me torna un poco inalcanzable, pero le pido perdón y le ruego que me deje hablarle de tú a tú, perdone mi exagerado sentido de confianza pero es la única forma de que pueda hablarle con el corazón.

Quiero decirte que eres el regalo que no recibiré en mi cumpleaños, que eres lo que me faltará y no podré llenar con nada. Que en la vida no he logrado nada y es por eso que no tengo nada que celebrar, menos si no es a tu lado. Que tranquilamente cambiaría todo agasajo banal por tan solo compartir unas palabras contigo y que, como no estás, solamente me queda decirte: Feliz cumpleaños.

Feliz cumpleaños a ti porque para mí no sé si lo será, porque tú te lo mereces más que yo, porque tú debes vivir más años, porque tú eres más importante, porque dependo de ti para seguir.

Entonces creo que no llegaré hasta los 18 y pienso que tienes razón. Llegaré hasta los 50, hasta los 80, hasta lo 100, hasta los que tú quieras. Solo dime cuántos y yo los cumpliré.

No tendremos edad nunca, preciosa, tendremos necedad para siempre.

Y que el mundo nos agarre si nos encuentran sueltos por ahí, dos locos en un mundo pueden cambiar muchas cosas, créeme.

Créeme...



CHAMA.